Definitivamente ese último beso encerró más sensaciones que las de costumbre. Fue distinto en su esencia, al menos para ella. Casi que tuvo sabor a amor, pero no estaba segura.
Se despidieron, pero sólo hasta pronto (ése era el deseo de ambos).
Fue una despedida llena de nostalgia para ella, quién aunque intentara mostrarse fuerte, él era su talón de Aquiles.
Luego de unos minutos, cuando se disponía a preparar el bolso, llegó un mensaje de texto: “-En la puerta está tu regalo…”
Torpemente bajó las escaleras que daban al garaje, y al abrir la puerta vio una rosa.
No tenía espinas. Notó que él las había arrancado para que ella no se pinchara al tomarla.
La sensación de saber que esa pequeña flor había estado en sus manos, era especial.
Otro de los gestos que a ella la enamoraban por completo.
Sabía que eso que permanecía roto en su interior hacía años, estaba siendo reparado por él.
Se despidieron, pero sólo hasta pronto (ése era el deseo de ambos).
Fue una despedida llena de nostalgia para ella, quién aunque intentara mostrarse fuerte, él era su talón de Aquiles.
Luego de unos minutos, cuando se disponía a preparar el bolso, llegó un mensaje de texto: “-En la puerta está tu regalo…”
Torpemente bajó las escaleras que daban al garaje, y al abrir la puerta vio una rosa.
No tenía espinas. Notó que él las había arrancado para que ella no se pinchara al tomarla.
La sensación de saber que esa pequeña flor había estado en sus manos, era especial.
Otro de los gestos que a ella la enamoraban por completo.
Sabía que eso que permanecía roto en su interior hacía años, estaba siendo reparado por él.
Él es ese remedio que ella necesita.
Imposible no amarlo.
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