No dejaba a nadie que besara su frente, ese pequeño lugar más arriba de los ojos era suyo. Era suyo desde esa vez cuando se despidieron y él la beso tiernamente allí.
Ese beso se había hecho costumbre cada vez que se veían. No era un simple beso, de hecho encerraba mucho más que eso. Desataba en ella un mundo paralelo maravilloso.
La piel que tenían, su química, era de otro mundo. De ese mundo al cual ambos pertenecían cuando estaban juntos.
-¿Tenés frío? Estás temblando.
-Nada de eso, vos me provocás esto, contestó ella.
Silencio seguido de una sonrisa y un beso. Esa sonrisa que a ella la desarmaba por completo.
Cada beso tenía algo nuevo, algo mágico, y algo que los había hecho imprescindibles para vivir. Como una adicción, un vicio, pero el más sano del mundo.
Ese beso se había hecho costumbre cada vez que se veían. No era un simple beso, de hecho encerraba mucho más que eso. Desataba en ella un mundo paralelo maravilloso.
La piel que tenían, su química, era de otro mundo. De ese mundo al cual ambos pertenecían cuando estaban juntos.
-¿Tenés frío? Estás temblando.
-Nada de eso, vos me provocás esto, contestó ella.
Silencio seguido de una sonrisa y un beso. Esa sonrisa que a ella la desarmaba por completo.
Cada beso tenía algo nuevo, algo mágico, y algo que los había hecho imprescindibles para vivir. Como una adicción, un vicio, pero el más sano del mundo.
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