jueves, 10 de mayo de 2012

Volver al ruedo


No podía escribir, me sentía triste, no quería revolver mis pensamientos, mi interior. Me quedé encerrada en los muros que siempre levanto durante unos días. Llegaba la mañana y el delineador negro recorría toda mi cara, producto de haberme dormido llorando la noche anterior. Una piedra de 10 toneladas en el pecho, en el corazón, un nudo en la garganta que todavía puedo sentir. Así me sentía: sola, sin que él me demostrara un poco de cariño, un poco de importancia, un ¿cómo estás hoy? ¿Te sentís mejor? Pero no. En cambio recibí sólo un silencio casi sepulcral. No es que le corresponda preocuparse por mí, pero me gustaría que fuese diferente. No por placer de cambiarlo, simplemente porque saber que él está del otro lado, me hace bien. Creo que éste escrito llega hasta acá, todavía no me siento con ganas ni fuerzas para hacer o decir algo coherente.

Sólo necesito tiempo para acomodar. Pensar que rumbo va a tomar la mariposa.

Amoldar.




PD: Si puedo sentarme y volver escribir es por culpa de una mujer. Una mujer que me devolvió la inspiración. Ella escribe, de hecho muy parecido a mí, me sentí tan reflejada en lo que leí que tuve que volver al ruedo. Por medio de éste escrito le digo: Gracias, necesitaba sacar todo de adentro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario