Intentando concentrarme me pongo a pensar otra vez en él. Pienso
en que hace más de seis meses estoy enamorada
y completamente estúpida. Me hipnotiza por completo, puedo quedarme callada
solo mirándolo (o sus fotos). Me gusta verlo caminar, me gusta la manera en que
levanta sus pantalones rotos cuando se le caen, me fascina verlo sonreír, como saben,
tiene la sonrisa más linda que haya conocido, me atrapa verlo jugar con el humo
del cigarrillo, y uno de los placer más lindos es verlo dormir.
Sigo creyendo que es como un parque de diversiones, es imposible aburrirse si lo tenés cerca. Creo que es lo que más me mantiene aferrada a él. Nunca se sabe con qué locura va a salir, qué va a decir, inclusive nadie puede descifrar lo que está pensando. Puede distraerse mirando una mosca o estar pensando en cualquier otra cosa, menos, en lo que se supone que debería estar pensando.
A veces pienso… me siento configurada sólo para estar con él. Ya pasaron seis meses desde que me fijé en él, desde que me flechó en aquel boliche de pueblo y empezó a enamorarme, muy de a poco. Es más, en ningún momento estaba pactado, y era casi prohibido caer en las redes del love. Él lo va logrando, de hecho ya lo logró. Estoy sumergida hasta la médula en un mar de amor. Sigo sintiendo las mismas mariposas que sentía hace un tiempo atrás. Es muy loco que en mis 21 años de vida nunca haya experimentado algo así: un amor a distancia que pese a eso, lo que siento supera cualquier kilometraje. Tener una fuente de inspiración constante, poder escribir juntos, saber que me va a leer y mediante estos escritos, poder regalarle algo, muy simple y directo, como una parte de mi vida, me hace feliz.
Como decía me siento configurada para él, al pasar tiempo con alguien uno se va amoldando o adaptando a esa persona, quiera o no, muchas actitudes, frases e incluso gestos se van transformando en tuyos, cuando en realidad no te pertenecen. Me pasa. Me pasa que al hablar con cualquier hombre espero algo que nunca va a llegar, porque solo Nazareno me lo puede dar…
Sigo creyendo que es como un parque de diversiones, es imposible aburrirse si lo tenés cerca. Creo que es lo que más me mantiene aferrada a él. Nunca se sabe con qué locura va a salir, qué va a decir, inclusive nadie puede descifrar lo que está pensando. Puede distraerse mirando una mosca o estar pensando en cualquier otra cosa, menos, en lo que se supone que debería estar pensando.
A veces pienso… me siento configurada sólo para estar con él. Ya pasaron seis meses desde que me fijé en él, desde que me flechó en aquel boliche de pueblo y empezó a enamorarme, muy de a poco. Es más, en ningún momento estaba pactado, y era casi prohibido caer en las redes del love. Él lo va logrando, de hecho ya lo logró. Estoy sumergida hasta la médula en un mar de amor. Sigo sintiendo las mismas mariposas que sentía hace un tiempo atrás. Es muy loco que en mis 21 años de vida nunca haya experimentado algo así: un amor a distancia que pese a eso, lo que siento supera cualquier kilometraje. Tener una fuente de inspiración constante, poder escribir juntos, saber que me va a leer y mediante estos escritos, poder regalarle algo, muy simple y directo, como una parte de mi vida, me hace feliz.
Como decía me siento configurada para él, al pasar tiempo con alguien uno se va amoldando o adaptando a esa persona, quiera o no, muchas actitudes, frases e incluso gestos se van transformando en tuyos, cuando en realidad no te pertenecen. Me pasa. Me pasa que al hablar con cualquier hombre espero algo que nunca va a llegar, porque solo Nazareno me lo puede dar…
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