miércoles, 28 de marzo de 2012

Puzzle

Si de analogías hablamos, podemos encontrar una entre el título de éste escrito, y el vínculo que habían formado.
La relación en su totalidad era como un rompecabezas en donde uno sigue una lógica y va encastrando piezas para formar un todo.
Un todo que al final es algo armónico.
Armónico porque muchas piezas que separadas no eran nada, ahora son algo.
¿Ellos separados eran algo? ¿O se complementaban como en un puzzle?
Ella no sabía aún si poner la última pieza era beneficioso. Sí, ya la había encontrado y todo encajaba perfectamente.
¿Pero qué gracia tenía llegar al final?
Dejar el juego armado, terminado pero sin un sentido que lo sostenga, sin despertar ya interés alguno en nadie.
Creo que elegiría dejar esa última pieza como prueba de Necesidad.


La pieza necesitaba encastrar, y el rompecabezas ser encastrado…



viernes, 23 de marzo de 2012

Escrito 33

Él con su esquizofrenia
ella con su bipolaridad
aún así nada los separaba
ni siquiera su enfermedad.

Imposible era aburrirse
pese a estar locos
esa hermosa locura los unía
porque se entendían como pocos.

Él con su inestabilidad
ella son su obsesión
¿quién dice que dos polos iguales
no pueden generar atracción?...

Carta abierta

Sin meditarlo mucho tomó la lapicera y escribió:


A ÉL:
            A veces me pregunto, ¿hay inclusive un momento mejor que éste?
No te pido flores ni osos de peluche, tampoco que me llames todo el tiempo. Los chocolates me pueden pero más me puede que los comamos juntos. Me gustan las cartas, no lo niego, pero más me gustan tus historias. Esos escritos que me hacen querer ser la protagonista de ellos. Aunque pensándolo bien, me conformaría con algún papel secundario. No pido nada a cambio de lo que doy, que ya no sé si es mucho o poco pero sí lo que hay.
Soy tu recreo, lo sé. Ese momento parcial, y muchas veces total de abstracción pura.
Que yo te ame así no quiere decir que vos no seas mi recreo también. No quiero que te sientas presionado a sentir. Ni a sentir ni a nada. Puedo ser muy expresiva, pero no espero nada a cambio. Simplemente necesito decirte lo que siento, porque pesa y si no se pudre adentro mío.
En algún momento, el tiempo o el viento, van a decidir el rumbo de ambos.
Si pudiese pedirle algo al tiempo sería que se frene cada vez que estamos juntos.
Si pudiese pedirle algo al viento, sería que nos sople para el mismo lado…
Pero como es imposible y todo está atado al azar, voy a dejar fluir, total nadie nos apura, y al final las cosas siempre caen por su peso.
Si pudiera pedirte algo a vos, sería que no dejes de escribir nunca… Que tampoco dejes de ser mi fuente de inspiración. Cuando te leo o te escribo me siento viva, y no quiero dejar de sentirlo…
Disfruto cada segundo con vos.
Me hacés bien.
Sos esa caricia al corazón que hace mucho no tenía…

Usó los puntos suspensivos porque sabía que pronto seguiría escribiendo... le.



jueves, 22 de marzo de 2012

Sola

Esa noche sentí la necesidad de estar sola. Quería salir de casa y fumar un cigarrillo en paz. Disfrutaba pasar tiempo conmigo misma pensando de qué manera resolvería mis problemas.
Uno de los principales era trabajar en ese bufet, teniendo que soportar el machismo explícito de los hombres que atendía. Todos y cada de uno de ellos se creía diferente, especial ante mis ojos, y no notaban que eso los hacía aún más iguales y patéticos. Hombres.

Era un 20 de agosto, llovía y el frío erizaba cualquier parte del cuerpo al descubierto. Por eso antes de salir de casa tomé mi gorro preferido. Caminé sin saber muy bien hacia donde iba, el viento me empujaba y yo me limité a seguirlo. Pasé como todos los días por el muro pintado que decía "Animáte". Me paré a mirarlo. Por algún extraño motivo sabía que ese mensaje estaba dirigido a mí. Pasaron unos minutos hasta que me di cuenta que nuevamente, me había abstraído del mundo exterior en mi mente.

Seguí caminando hasta la parada del bondi y casi como si hubiese estado pactado, llegó en ese momento.
Había bastante gente (cosa que me molestaba del transporte), caminé unos pasos y me senté del lado del pasillo. A mí lado había un hombre de aspecto un tanto peculiar. Tenía la sensación de haberlo visto antes. Quizás en esta o en otra vida, no importaba, nunca se me olvidaba una cara. Aún así no le di importancia. Noté que tenía puesta una bufanda muy linda, noté también que yo tenía el cuello descubierto y me estaba dando frío.
Rocé su codo sin querer y sentí algo, no sé que fue pero lo sentí, y creo que él también porque me miró y volteó la mirada hacia abajo nuevamente.
Metí la mano en la cartera y saqué un pañuelo de seda francesa. Eran mis preferidos. Fui tan torpe que lo dejé caer sin querer, pero rápidamente mi acompañante lo levantó y me lo entregó en la mano. No pude decirle gracias, el corazón me latía fuerte, estaba nerviosa, y sólo atiné a tomar el pañuelo, colocármelo y sonrojarme.

Me sentía realmente avergonzada por ese duro episodio, así que decidí bajarme del colectivo en ese mismo momento. Al pararme, él se paró detrás de mí. Caminamos casi juntos hasta la puerta y me dijo: -Yo bajo acá.
Pensé sólo dos segundos mi respuesta e ingenuamente contesté: -Bueno está bien, pero ¿por qué me lo decís?...

Nos miramos fijamente sin decir nada. Toqué el timbre, bajé apurada y caminé rápido hacia ningún lugar. Antes de perderlo en la noche me di vuelta para mirarlo una última vez. Nunca olvido una cara…



(Idea original de N. Fanucchi)

miércoles, 21 de marzo de 2012

¡Defectuoso al fin!

Era un ser con características esquizoides. Su humor dependía vaya uno a saber de qué. Del día o la noche, la luna o las estrellas o de la marea alta. Nadie lo sabe. No era para nada estable. Fumaba y mucho. Los puchos no le duraban una cuadra. Estaba colgado de una palmera. Se distraía fácilmente. Era total y plenamente inquieto. Le costaba aceptar que le dijeran cosas lindas. ¿Decir algo tierno y romántico? Era más posible que la Luna y el Sol se encontraran y salieran a tomar un café. No quería darse cuenta de cuanto ella lo amaba. No terminaba sus escritos ni por casualidad. ¿Normal? Lejos estaba de serlo.

Pese a todo esto enumerado, era perfecto.

Defectuoso y todo, ella lo ama así, tal cual es.



¿Defectuoso?

Mientras un simpático colibrí revoloteaba delante de ella, supo que debía escribir algo. También supo que esa vez iba a ser diferente, o al menos quería que así fuera. No sabía si iba o no a lograrlo, pero al menos lo intentaría.
Habían estado juntos nuevamente hacía dos días. El encuentro había cumplido con las expectativas, y más aún, ya que finalmente había podido dormir juntos.
A decir verdad, era complicado dormir con él, pero no dejaba de maravillarla ni por un segundo. ¡Maldición! Otra vez hablando bien de él… El propósito de ése escrito era todo lo contrario. Habían hablado sobre eso, sobre sus defectos, él quería que ella escribiera sobre eso. Ella dijo que lo intentaría, y eso estaba haciendo.
Se sentó, tomó la lapicera… pero nada salía de adentro. Intentó enumerar sus defectos. ¿Pudo? Creo que aún no. El problema radicaba en no saber que era un defecto, ni para quién. Al fin de cuentas, si él fuese diferente dejaría de ser él, y fin de la historia.



domingo, 18 de marzo de 2012

N de No puedo separarme de vos.

Ese adiós encerraba en realidad un hasta luego, motivo por el cual no hubo más que unas pocas gotas de nostalgia en el último beso. Se volverían a ver como siempre en algún momento de sus vidas, pero bajo otras circunstancias. En esa ocasión, él sería el encargado de recorrer, por primera vez, los kilómetros que los separaban. Estoy segura de que lo único que podía separarlos en ese entonces era sólo la maldita distancia. ¿Motivos? La piel que habían logrado juntos era algo inigualable, perfecto, apenas se rozaban salían chispas. Era imposible que estuviesen juntos sin querer arrancarse la ropa y comerse a besos. Imanes del mismo polo que se atraían locamente. Siempre existía la excepción a la regla, y en este caso estaba claro.
Pese a todo esto, y hasta el día de hoy, surge una incógnita: ¿Hay amor?
Amor en estado bruto como los diamantes, amor como Romeo y Julieta, o simplemente amor a secas.
¿Hay amor cuando se besan con la mirada, se sienten piel a piel, cuando sus pulsos se aceleran al estar juntos? ¿Hay amor cuando se piensan al unísono, se extrañan y necesitan mutuamente?

Por más que él no lo note, o no quiera darse cuenta… Lo hay.


(Cada día más …)



jueves, 8 de marzo de 2012

Sorpresa


Ella se lo había advertido, y él lo había tomado como un chiste. Error.
Cuando el cartero tocó su puerta, escuchó las quejas desde adentro. Al abrir, notó que las ropas del muchacho estaban empapadas con un rojo intenso. Al principio se asustó, pues pensó que le había sucedido algo, pero después comprendió que el motivo de esas manchas era la caja que sostenía en sus manos. El cartero le hizo firmar un papel y sacudiéndose el rojo partió hacia otro rumbo maldiciendo.
Tomó la caja en sus manos, cuidadosamente para no mancharse. Al abrirla no se sorprendió demasiado al ver el contenido. Era un corazón, aún latiendo. ¿Cómo era eso posible? Siguiendo la línea de toda esta historia, pocas cosas tenían lógica, y ésta no era la excepción.
Junto al corazón había una nota escrita a mano: “Hacé con él lo que quieras, ya es tuyo.”
Qué hizo él con ese corazón, aún nadie lo sabe. Debe ser cuestión de esperar… un poco más. 



miércoles, 7 de marzo de 2012

Madness

¿Cuantas palabras se pueden encerrar en una persona? Muchísimas y eso la estaba enloqueciendo de a poco.
Esa noche no había podido dormir, bah, ni siquiera lo había intentado. Tenía miedo de acostarse y sentir que el frío la abrazaba una vez más, que la oscuridad que reinaba su habitación, en ese momento también reinaba su vida. Sentía ganas de hacer algo hacía rato, y supo que esa la oportunidad perfecta. 
Eran las 4 de la mañana y hacía mucho frío, pero a ella no le importó. Con lágrimas en los ojos se quedó en la puerta de casa, apoyando el papel en sus rodillas y escribiendo todo lo que le pasaba, sin guardarse nada. Decidida, con los aerosoles guardados en su mochila, y la carta en su pecho para que no se mojara con el rocío de la noche, caminó cruzando la plaza. Le encantaba sentir las piedritas que resonaban bajo sus pies, nunca supo por qué pero ese sonido la reconfortaba demasiado. 
Con el corazón y la carta en la mano, llegó hasta la casa de su amor. Silenciosamente apoyó la carta en la puerta y se fue. 
Se fue pero recordó que tenía que dejar alguna otra marca que durara un poco más. Tomó el aerosol rojo y pintó en la calle: Te necesito mucho. Un mensaje tan simple y sincero como ese. Se le habían ocurrido más frases como: lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir (aunque de hecho también había graffiteado esa frase en una pared). O algo así como mi genio amor, o ladrón de mi cerebro.
Esperaba que esas palabras le abrieran los ojos, y que él pudiese comprender que errar era humano, y que ella sinceramente sentía que lo amaba.


Habían vivido tanto en tan pocos días que intentar escribir sobre algo en particular era tarea fina y casi imposible. Sólo rescataré que el amor conduce a uno a hacer las cosas más locas y atrevidas. Que ya era inevitable gritarle al mundo que lo amaba. Que por más que quisiera ocultarlo, le encantaría poder mirarlo a los ojos y decirle: Te amo. 



Pero todavía lo estaba amasando.








lunes, 5 de marzo de 2012

Amo amarte

Amo verte dormir, tus ronquidos, tu inquietud, levantarme y verte al lado mío.
Tu colgadez, amo que estés cerca mío, tu perfume, tus jeans rotos y descoloridos.
Amo lo que me hacés sentir, lo que puedo imaginar, amo las mariposas que me provocás.
Tus gestos, tu forma de caminar, lo sexy que te ves arriba de la moto. Amo esos nervios previos de este momento al saber que te voy a ver.
Amo todo eso y más.
Amo como sos, como sos cuando estás conmigo. Que no te guste caminar abrazado, que no vayas de la mano.
Amo tus ojos con manchitas, la forma de tu boca, como te reís, tus tres rastas, tu pelo despeinado.
Amo tus manos, tus dedos, amo que me roces, me toques, tu piel, tu piel con mi piel, tu espalda, tus piernas, el sexo, que me muerdas, que me beses, amo tu lengua, tu lengua en mi paladar.
Amo que compartamos caramelos, cigarrillos, amo la catarata de humo, amo el sonido de tu risa, los pliegues en tu cara cuando sonreís.

Amo tu locura más allá de toda cordura.
Te amo imperfectamente perfecto como sos.




Ése escrito


Alguna vez iba a llegar a sus manos, no sabía si en unos días o dentro de un par de años. Todo cae por su peso, y lo que ella sentía pesaba demasiado ya. Pero no era una carga, sino más bien se sentía ligero. Algo raro, pero certero. Certero como lo que ella sentía por él… Sabía que todo iba a terminar resumiéndose en esas dos palabras: “Te amo”. Pero no eran sólo dos palabras sin sentido, conjugadas encerraban muchas cosas. Le daba miedo pronunciarlas, y no quería escuchar ningún tipo de respuesta. Con sacarlo de adentro le bastaba. Era un amor sin límites de tiempo, distancia, espacio, absolutamente libre para ser vivido felizmente.
Le daba cierta vergüenza decirlo en voz alta, de hecho estaba segura que eso no sucedería jamás. Había veces que las palabras sobraban, y todo ese amor se encerraba en una sola mirada, en una caricia, un beso. Esos besos eternos que en su esencia ya eran perfectos.
Era muy terca y no quería empezar un escrito sin terminarlo… Obstinada, cabeza dura, y siempre intentaba conseguir lo que se proponía…
¿Pero cómo terminaría éste?