Era una
pregunta tan simple y no encerraba metáforas ni nada detrás. Daba inicio a la
conversación que normalmente, si estaban solos, duraba escasos minutos antes de
que se arrancaran la ropa. Cualquier persona no le daría importancia a una
pregunta así, era como preguntar ¿cómo estás?, pero en ella generaba una mezcla
de sensaciones. Primero por la tonada con la cual él lo decía, era muy gracioso
escucharlo. Y segundo porque se le había pegado ese mismo tono de voz en su
cabeza; y de vez en cuando se encontraba preguntando a los demás ¿qué ha’ hecho?...
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