No sé como
lo hacía, pero lo hacía siempre. Uno nunca termina de conocer a una persona, y
menos a él. Tan distinto, particular y tan propio de él mismo. Era diferente
hasta en la forma de hablar. Utilizaba palabras que si bien eran cotidianas, no
lo eran demasiado. “Preciso tal
cosa”… Nunca decía necesito. Tal vez
se creía tan autosuficiente que decir necesitar
era demostrar debilidad, demostrar que era humano y NECESITABA cosas. Tal vez
no, tal vez solo formaba parte de su locura.
Después de casi un año de conocerlo, pensó que ya nada podía sorprenderla, que no había nada más por descubrir. Pero se equivocó una vez más. Ahora tenía la certeza de que nunca dejaría de seguir encontrando frases, gestos, formas divertidas que él cargaba consigo.
-¿Por qué te fijás en esas cosas?, preguntó él.
-“No lo sé, sólo me sale”…
Después de casi un año de conocerlo, pensó que ya nada podía sorprenderla, que no había nada más por descubrir. Pero se equivocó una vez más. Ahora tenía la certeza de que nunca dejaría de seguir encontrando frases, gestos, formas divertidas que él cargaba consigo.
-¿Por qué te fijás en esas cosas?, preguntó él.
-“No lo sé, sólo me sale”…
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