jueves, 29 de noviembre de 2012

A nuestra manera.

Y estoy cansada de no poder llegar a tu corazón. De que seas el único que pudo llegar al mío, y aun así nada sucede. Me trago el llanto, no hay motivos para llorar. ¿O siempre los hay? No, no voy a llorar esta vez, voy a recordar lo bueno y sonreír.
Estoy cansada, no quiero pensarte pero estás acá conmigo y no te vas. No te vas porque no quiero dejarte ir. Porque vos tampoco querés que te deje ir, porque significaría
olvido. Y no está en mis planes olvidarte, de acá a un largo e indeterminado tiempo.
No paro de escribir, brotan las ideas que estaban adentro hace una semana ya. 7 días que separan mi visita al pueblo. 7 días que me separan de vos. Me lastimé el dedo y apretar la lapicera me duele mucho, pero más me duele tenerte lejos. A 360. Más duele extrañarte así, porque estás lejos, pero también estás acá y no te fuiste, ni te vas. Estás siempre. Que contradictorio. No quiero que te vayas tampoco. Te quiero para mí. Quiero un recreo eterno junto a vos. Y quizás no deba escribirlo, pero el impulso puede más y sólo dejo fluir lo que sale de mi cabeza. Me duele el dedo, ya no sé cuanto más voy a poder decir. Por las dudas dejo en claro que definitivamente lo mejor de nuestra piel, es que no nos deja huir. Te quiero, te adoro, te amo, te, absolutamente, todo. Perdoname por decirlo (no sé por qué te pido perdón por sentir) pero borré mis filtros y no creo que los tenga de acá en más, con vos y con lo que siento.
No precises dejar pasar cosas, me hace bien un Te Quiero, un beso, una mirada.
Me llenás a tu manera. Me hacés sentir plena. Me completás. Somos uno. Estamos hechos.
A tu manera.
A mi manera.
A nuestra manera.






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