viernes, 30 de noviembre de 2012

Te quiero


“Desear no es querer. Se desea lo que se sabe que no dura. Se quiere lo que se sabe que es eterno.” Por eso te quiero, porque somos eternos. Y podría citar pedazos de canciones o poemas pero sé que preferís que lo que escribo salga de adentro. Por eso éste escrito, el número 80, es simplemente para recordarte una vez más, que te quiero. Te quiero imperfecto como descubrí que sos, quiero tus imperfecciones y tus perfecciones también. Te quiero entero y por partes. Te quiero cerca y te quiero lejos. Te extraño. (Ése se me escapó). Quiero tu sonrisa, quiero tu boca, tu lengua en mi paladar, te quiero todo. Quiero sentirte. Quiero disfrutar, te quiero como mi recreo. Nuestro recreo. Te quiero porque aprendí y sigo aprendiendo con vos.
Te quiero también, porque me gusta cuando sos vos el que dice
“te quiero”.





jueves, 29 de noviembre de 2012

A nuestra manera.

Y estoy cansada de no poder llegar a tu corazón. De que seas el único que pudo llegar al mío, y aun así nada sucede. Me trago el llanto, no hay motivos para llorar. ¿O siempre los hay? No, no voy a llorar esta vez, voy a recordar lo bueno y sonreír.
Estoy cansada, no quiero pensarte pero estás acá conmigo y no te vas. No te vas porque no quiero dejarte ir. Porque vos tampoco querés que te deje ir, porque significaría
olvido. Y no está en mis planes olvidarte, de acá a un largo e indeterminado tiempo.
No paro de escribir, brotan las ideas que estaban adentro hace una semana ya. 7 días que separan mi visita al pueblo. 7 días que me separan de vos. Me lastimé el dedo y apretar la lapicera me duele mucho, pero más me duele tenerte lejos. A 360. Más duele extrañarte así, porque estás lejos, pero también estás acá y no te fuiste, ni te vas. Estás siempre. Que contradictorio. No quiero que te vayas tampoco. Te quiero para mí. Quiero un recreo eterno junto a vos. Y quizás no deba escribirlo, pero el impulso puede más y sólo dejo fluir lo que sale de mi cabeza. Me duele el dedo, ya no sé cuanto más voy a poder decir. Por las dudas dejo en claro que definitivamente lo mejor de nuestra piel, es que no nos deja huir. Te quiero, te adoro, te amo, te, absolutamente, todo. Perdoname por decirlo (no sé por qué te pido perdón por sentir) pero borré mis filtros y no creo que los tenga de acá en más, con vos y con lo que siento.
No precises dejar pasar cosas, me hace bien un Te Quiero, un beso, una mirada.
Me llenás a tu manera. Me hacés sentir plena. Me completás. Somos uno. Estamos hechos.
A tu manera.
A mi manera.
A nuestra manera.






¿Qué has hecho?


Era una pregunta tan simple y no encerraba metáforas ni nada detrás. Daba inicio a la conversación que normalmente, si estaban solos, duraba escasos minutos antes de que se arrancaran la ropa. Cualquier persona no le daría importancia a una pregunta así, era como preguntar ¿cómo estás?, pero en ella generaba una mezcla de sensaciones. Primero por la tonada con la cual él lo decía, era muy gracioso escucharlo. Y segundo porque se le había pegado ese mismo tono de voz en su cabeza; y de vez en cuando se encontraba preguntando a los demás ¿qué ha’ hecho?... 





Maravillada


No sé como lo hacía, pero lo hacía siempre. Uno nunca termina de conocer a una persona, y menos a él. Tan distinto, particular y tan propio de él mismo. Era diferente hasta en la forma de hablar. Utilizaba palabras que si bien eran cotidianas, no lo eran demasiado. “Preciso tal cosa”… Nunca decía necesito. Tal vez se creía tan autosuficiente que decir necesitar era demostrar debilidad, demostrar que era humano y NECESITABA cosas. Tal vez no, tal vez solo formaba parte de su locura.
Después de casi un año de conocerlo, pensó que ya nada podía sorprenderla, que no había nada más por descubrir. Pero se equivocó una vez más. Ahora tenía la certeza de que nunca dejaría de seguir encontrando frases, gestos, formas divertidas que él cargaba consigo.
-¿Por qué te fijás en esas cosas?, preguntó él.
-“No lo sé, sólo me sale”…




miércoles, 28 de noviembre de 2012

Palimpsesto


Me tallaste a tu gusto y me amoldé a vos. Tengo costumbres tuyas, formas de decir y hacer que no son mías, pero las hice propias. No sé si en algún momento pueda cambiarlas de nuevo. Soy un palimpsesto hecho y derecho. Soy tu manuscrito, ése que todavía conserva las huellas que dejaste en mi superficie. Si bien fue borrada para dar lugar a la escritura que ahora existe, las huellas siempre quedan y quedarán. Se puede borrar lo escrito para volver a escribir. ¿Pero se borra del todo? Yo creo que no. Te voy a llevar siempre conmigo, debajo de la piel.


Y pronto, sobre ella también.




No importa. Ya fue.


En ese mismo momento supo cuál iba a ser el título para éste escrito. Él le dijo, no te conviene escribir ahora, o tal vez te sirve de catarsis y te ayuda, no sé.
Nunca sabe nada, o sabe poco. Tal vez sorprenda y sepa mucho. Pero no importa. Ya fue.
Era su respuesta para muchas cosas. Tan corta, odiosa y típica en él.
Qué será lo que SI importe?
Existirá algo lo cual no pueda faltarle?
Será sólo conmigo que no importa? Que ya fue?

Quizás sí, quizás no. Quizás.. Sólo quizás.




Galope del corazón

Después de dos meses vuelvo a escribir. Desde otra postura, con más experiencias vividas, quizás hasta sintiéndome distinta. Es raro porque no me gustó como nos despedimos la última vez. Llanto, risas, sexo desenfrenado, vestirse y adiós. Así somos, dos locos que no tienen reparo en nada, ni siquiera en nosotros mismos. Muchas veces no pensamos, nos dejamos llevar, y es esa la química que, quiera o no, siempre sigue intacta. ¿Cómo será volver a verlo? ¿Podré resistirme a su boca? ¿A su piel? No sé cómo voy a reaccionar, cómo va a reaccionar mi cuerpo, mi corazón. Pero más me asusta como va a reaccionar él. ¿Le seguiré gustando? Quizás no. Quizás tiene un amor. Quizás perdió el interés. O quizás, sólo quizás, la piel siga intacta.