domingo, 26 de agosto de 2012

Herida

Cuando un amor de esa talla se va, queda un hueco enorme. No se llena con otro amor, queda eternamente vacío. Está en uno mismo cubrir el agujero con hojas y ramas, poner un cartel de aviso para no pisarlo y hundirse, o dejarlo al descubierto como una herida que necesita aire porque duele de estar tan tapada.
Hagamos lo que hagamos el hueco está, y uno lo sabe. No tenemos que mentirnos. Y está bien que esté, es una herida de guerra, de amor. Algo aprendimos y cada vez que la miremos vamos a recordar las cosas lindas, pero también las feas. Vamos a intentar no cometer los mismos errores que nos llevaron a causar esa herida. Y así, paulatinamente, de la mano con el tiempo, esa herida abierta va a dejar de doler. Servirá sólo como recordatorio y nos ayudará a seguir adelante, sabiendo quienes somos, y quienes fuimos.
Queda en uno elegir sufrir, o aprender a convivir con ese hueco y pensar que pudo haber sido peor. Pero algo aprendimos.

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