Somos
seres raros y especiales, no está en discusión. Somos histéricas, sí claro,
tenemos útero. Para aquellos que no lo saben la palabra histeria deriva del griego, y significa útero. Así es, somos
histéricas por naturaleza. Eso sí, nuestra condición no excluye a hombres con
características símiles, porque los hay y en cantidades.
Existen
millones de interrogantes acerca de nuestro comportamiento, y existen hace
mucho tiempo. Ya Freud se preguntaba por éstas cuestiones femeninas: “El gran interrogante que nunca ha sido
respondido y que aún no he podido responder, a pesar de mis treinta años de
investigación en el alma femenina es: ¿qué quiere una mujer?".
Personalmente agregaría, no sólo qué quiere, sino cómo se comporta, por qué actúa como actúa, qué nos hace tan diferente a la raza masculina, y viceversa.
Una de las preguntas qué más debates ha desatado y creo que casi nunca tuvo una conclusión válida es: ¿Por qué las mujeres van de a dos (o más) al baño? Es algo que el hombre no puede comprender. Es por eso que decidí intentar, desde mi humilde posición como mujer, explicar dicha situación.
Para empezar un grupo de amigas se compone de diversas personalidades, todas muy distintas pero siempre unidas por algo. Una situación muy común: el boliche. Por qué ir acompañada al baño del boliche. Las mujeres solemos ser interceptadas en nuestro camino al baño por distintos tipos de macho. No entraré en detalles, cada uno sabrá qué característica le corresponde. Y no es que solo vamos en grupito, sino que formamos el típico “trencito”. La primera y la última son las más valientes. La primera va abriendo paso en la multitud, y la última va cuidando su retaguardia que queda el descubierto. Danger. Ir sola al baño es lanzarse a una Expedición Robinson de alto contenido riesgoso. Puede llegar a ser realmente fastidioso ya que el hombre en grupo potencia su estupidez a niveles inimaginables e insuperables. Las mujeres podemos sentirnos acosadas por ésta especie en subdesarrollo, y entre amigas, siempre de la mano, protegemos a nuestra especie cual Espartano protege a los suyos en 300.
Otro de los motivos, bastante frecuentes, es que las puertas de los baños están rotas y no cierran. Es realmente incómodo intentar ir al baño, sin apoyarse sobre la tabla, haciendo la parabólica humana para sostenerse con un pie, y con el otro sostener la puerta. ¡Para eso están las amigas! Una amiga te sostiene la puerta, espera a que hagas lo tuyo, y cuando salís, entra ella. Somos como granaderos cuidando algún tipo de tesoro muy preciado. Una amiga te pregunta ¿hay papel? ¿querés carilinas? Una amiga hace eso y mucho más.
Cuando vamos de a grupo al baño existe ese “tiempo muerto” de reflexión frente al espejo. ¿Estoy bien? ¿Se me nota algo? ¿Me acomodás la tirita del corpiño? ¿Tenés delineador? ¿Viste qué bueno que estaba el morocho atrás mío? Y muchas otras cuestiones que no vienen al caso, o sí, pero son demasiado oscuras como para revelarlas…
Deben existir aún más motivos que fundamenten el interrogante más arriba planteado, pero creo que los principales fueron expuestos.
Personalmente agregaría, no sólo qué quiere, sino cómo se comporta, por qué actúa como actúa, qué nos hace tan diferente a la raza masculina, y viceversa.
Una de las preguntas qué más debates ha desatado y creo que casi nunca tuvo una conclusión válida es: ¿Por qué las mujeres van de a dos (o más) al baño? Es algo que el hombre no puede comprender. Es por eso que decidí intentar, desde mi humilde posición como mujer, explicar dicha situación.
Para empezar un grupo de amigas se compone de diversas personalidades, todas muy distintas pero siempre unidas por algo. Una situación muy común: el boliche. Por qué ir acompañada al baño del boliche. Las mujeres solemos ser interceptadas en nuestro camino al baño por distintos tipos de macho. No entraré en detalles, cada uno sabrá qué característica le corresponde. Y no es que solo vamos en grupito, sino que formamos el típico “trencito”. La primera y la última son las más valientes. La primera va abriendo paso en la multitud, y la última va cuidando su retaguardia que queda el descubierto. Danger. Ir sola al baño es lanzarse a una Expedición Robinson de alto contenido riesgoso. Puede llegar a ser realmente fastidioso ya que el hombre en grupo potencia su estupidez a niveles inimaginables e insuperables. Las mujeres podemos sentirnos acosadas por ésta especie en subdesarrollo, y entre amigas, siempre de la mano, protegemos a nuestra especie cual Espartano protege a los suyos en 300.
Otro de los motivos, bastante frecuentes, es que las puertas de los baños están rotas y no cierran. Es realmente incómodo intentar ir al baño, sin apoyarse sobre la tabla, haciendo la parabólica humana para sostenerse con un pie, y con el otro sostener la puerta. ¡Para eso están las amigas! Una amiga te sostiene la puerta, espera a que hagas lo tuyo, y cuando salís, entra ella. Somos como granaderos cuidando algún tipo de tesoro muy preciado. Una amiga te pregunta ¿hay papel? ¿querés carilinas? Una amiga hace eso y mucho más.
Cuando vamos de a grupo al baño existe ese “tiempo muerto” de reflexión frente al espejo. ¿Estoy bien? ¿Se me nota algo? ¿Me acomodás la tirita del corpiño? ¿Tenés delineador? ¿Viste qué bueno que estaba el morocho atrás mío? Y muchas otras cuestiones que no vienen al caso, o sí, pero son demasiado oscuras como para revelarlas…
Deben existir aún más motivos que fundamenten el interrogante más arriba planteado, pero creo que los principales fueron expuestos.
Para más información
comuníquese al 0-800-mujernoteentiendo, muchas gracias.
Lo que pasa
en el baño…
Stays there.
Stays there.
Lara
Osolinski.
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