miércoles, 28 de diciembre de 2011

“No digo que no tengo precio, pero hay que elevar la puntería”



El periodista Jorge Daniel Boimvaser, profesional hace más de cuarenta años, afrontó preguntas acerca de la ética profesional. Dijo todo lo que tenía para decir, y le pegó duro al Gobierno de Cristina Kirchner. http://a7.sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-snc1/5769_1228479190857_1195387514_677863_599858_n.jpghttp://a7.sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-snc1/5769_1228479190857_1195387514_677863_599858_n.jpg http://a7.sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-snc1/5769_1228479190857_1195387514_677863_599858_n.jpg http://a7.sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-snc1/5769_1228479190857_1195387514_677863_599858_n.jpg

-¿Cómo ves el periodismo (éticamente) hoy en día comparado a cuando recién te iniciabas?

-El periodismo de aquella época era mucho más ético que el de hoy, éste es muy canibalezco.
No solamente fui periodista en los ’70 sino militante de la izquierda, y teníamos mucho respeto por los que pensaban distinto (salvo los fachistas y los que creían que había que eliminar a la izquierda.) Teníamos respeto a la diferencia ideológica, eso no nos hacía enemigos.
A nivel periodístico había mucho respeto por los que pensaban diferente. Había peronistas, peronistas de derecha, de izquierda, los que no queríamos al peronismo. Podíamos llegar a discutir acaloradamente, hasta había trompadas, pero era común en la militancia. Jamás cuando escribíamos hablábamos de otro periodista. Era algo común, una práctica ya estipulada y además no se permitía. No se permitía por una especie de ley ética implícita en los medios de difusión. No se hacía periodismo de periodistas. Lo que sí, el periodismo de confrontación se usaba en la prensa partidaria.
Hoy todo eso está absolutamente perdido y ves un montón de espacios televisivos y en la misma en la prensa donde el periodismo es canibalezco.
En los 80’ después del reinicio de la democracia, ahí se empezó a notar alguna tendencia de periodistas que empezaban a criticar a otro, era más por un maldito tema de subsistencia por el cual yo ocupo un determinado lugar, y para evitar que en algún momento alguien con más capacidad que yo ocupe mi lugar, lo critico antes. Una cosa muy patológica.
El kirchnerismo disparó el periodismo delator, un periodismo mentiroso en el cual hay que acabar con el que piensa diferente.
En resumen, ética había antes, ahora no existe. Hay franjas de periodistas jóvenes con ganas de hacer cosas diferentes, pero si entrás en algún medio tradicional, te encontrarás con que hay una gran muralla que te impide crecer o te invita a ser parte de toda esa lacra. Hay mucho periodismo pago por el Estado y las corporaciones.


-¿Alguna vez te obligaron a escribir o a no escribir algo?

-Cuando yo tenía 20 años, Carlos Ulanovsky me permitió escribir y publicar una de mis primeras notas. Ahí me empezaron a conocer. El director de La Opinión, me pide que escuche un programa de radio y hacer una crítica. En eso momento estábamos tratando de insertar la música en español. Ése programa era pura música extranjera, comentarios al pedo, y encima auspiciado por todas las empresas del Estado. Hago mi nota, diciendo que sería bueno que las firmas del estado auspiciaran música de artistas argentinos y no extranjeros.
Los responsables de publicidad de esas empresas llamaron al director, y le dijeron: “Como nosotros también tenemos avisos en el diario La Opinión, si a ustedes les molesta que pasemos música extranjera, nos vamos del diario y listo”.
Jacobo Timerman me llamó y me puteó de arriba a abajo. Nunca hay sugerencias, me dijo directamente: “Pelotudo, ¿usted no sabe que vivimos de la publicidad? Nos sacan los avisos y nos morimos de hambre. ¿Usted no quiere un sueldo?”.


-En esos casos, ¿hay que agachar la cabeza y seguir?

-No queda otra. Durante el proceso, por ejemplo, estuve buscado y no podía laburar.
Igualmente hay dos situaciones, una es que no te permitan hacer ciertos comentarios, y otra, que no es probable que ocurra, es que te obliguen a hablar bien de alguien.
Si hoy en día me dicen, hacé una nota que diga que Moria Casán es la gran virgen de la Argentina. Sería estúpido de mi parte hacerlo.
En realidad no te lo piden explícitamente, porque en cada medio ya sabés que esquemas existen de que decir y que no.


-¿Tuviste alguna vez información que no sabías si publicar o no?

Por lo general, siempre hago al revés, primero lo publico y después me preocupo por lo que hice. He publicado mucha información confidencial. De hecho, mi libro “Los sospechosos de siempre”, son historias muy críticas del espionaje en Argentina. Hay qué ser un poco irresponsable para hacer periodismo.


-¿Alguna vez te ofrecieron plata?

-Sí, en una época me ofrecieron plata. En otra época me ofrecieron balas. Pero si viene Bill Gates a decirme tenés $5 millones de dólares en tu cuenta… lo voy a pensar. Si vienen con $5000, no soluciono nada. No te digo que no tengo precio, pero hay que elevar la puntería. Hay ciertas cuestiones que tienen que ver no sólo con la condición de periodista, sino del ser humano. Hasta donde vos podés negociar una cosa. Personalmente, la adrenalina que me provoca un informe que tenga repercusión, no me lo cambiás por un fajo de dinero. Prefiero esa endorfina del trabajo.


-¿Para hacer periodismo de investigación, es necesario trascender algún límite ético?

-Depende que entiendas por límite ético. Cada uno tiene el suyo. Te cuento una historia que pasó hace 4, 5 años atrás.
¿Te acordás el famoso tema de la caída de Alejandra Pradón del balcón?
Me encuentro en un momento con un jugador de fútbol a tomar un café y me cuenta como fue todo. En realidad ella no estaba en el 7mo piso, estaba en el 2do, y en una fiestita con 5 jugadores de River. Llegó el novio, pateó la puerta porque sentía gritos y los jugadores la esconden en el balcón. Ella quiere saltar de un balcón a otro y ahí se cae arriba de un macetero, por eso la leve lesión que tuvo. En la charla, le pregunto al jugador porque se cubre ese episodio. Me explicó que esos jugadores de River tenían gran valor económico, y si trascendía ese quilombo iban a perder y no los iban a poder vender al exterior. El Presidente de River fue el que tapó todo, le dijo a la comisaria pasó tal cosa.
Yo lo hablé con Chiche Gelblung, él siempre tenía un lema “Nunca la verdad tiene que tapar un buen informe”.
Yo empiezo a contar esa historia, lo que quería lograr era mostrar el poder que tiene un Presidente de fútbol para tapar una noticia durante 4 años. Publiqué esa historia, tuvo la repercusión merecida, y mi ética en ese momento era no decir que jugadores estaban ahí adentro. Si conté más o menos que pasó, pero yo no juzgo, nunca digo esto está bien o mal.
En ese momento, me mandan un mail diciendo que por favor no pusiera a esa persona en la lista de jugadores, porque él, en ese momento estaba casado. Le contesté que si realmente era quien decía ser, debía pagarme una pizza en una emblemática pizzería de Núñez. Llegó con su representante, me contó detalles, y yo le dije que se quedara tranquilo.
Ése fue mi límite, no perjudicar a nadie por hacer un artículo. Lo pude hacer igual y teniendo la repercusión que quería. La única que me puteó de arriba abajo, fue Pradón.
¿Cual es la ética de cada uno, no? Hay una diferencia, de pronto lo que es mi código moral no es el tuyo. Y el tuyo no es el mío.


-¿Alguna vez faltaste a ése código?

-Sí, muchas veces me ha pasado de arrepentirme por haber contado alguna cosa.
En la mejor época de los carapintadas, en los ’80, me comí un garrón.
Escribí una nota con una información falsa que decía que uno de los capitanes prófugos del gobierno, había sido pirata del asfalto.
Cuando me entero que era mentira, intento ir a buscarlo y explicarle. Muchos me dijeron que no vaya, que me iba a matar. Era un tipo re violento, pero yo lo quería arreglar, no tuve maldad al hacerlo. Hice una cita con él. Si el tipo me trompeaba, yo no me podía defender. “Tenés razón hermano”. Fue un momento tenso porque no sabía si el tipo me iba a pegar un tiro o qué.


-¿Alguna vez tuviste que escribir bajo presión política?

-Te diría que pasó al revés, no pude escribir por presiones políticas. Cuando estás en un medio organizado, con un director, jefe de redactores, etc, bajan línea y te dicen, esto sí, esto no. Vos escribís bajo presión porque sabes que es lo que no podes escribir y lo que sí.


-¿Miedo sentiste?

-Sí. Se siente el miedo, y si no lo sintiera sería un psicópata. El tema es superarlo. Me di cuenta que éste hombre estaba a punto de estallar. Le pregunté que quería que haga, le dije quien me había dado la información y por qué le había creído. Por lo menos me dijo que tuve la grandeza de ir a decirle la verdad. Y nunca más nos vimos.

-Otra anécdota, fue cuando tuve una entrevista con un jefe narco en la Villa 1 11 14. Era una visita guiada y dormí en la casa de un conocido mío.
Me encontré con un jefe boliviano, el cual vendía Paco. Yo le dije, no puedo hacer de vocero suyo, tengo que tener alguna certeza de quién es realmente usted. Por detrás salió un chico, esos que les faltan unos cuantos patitos, y empezó a decir: “Estos periodistas hijos de puta que vienen acá…” y tiró un tiro que me pasó a centímetros. Éste jefe dijo: “Acá el que manda soy yo, y éste hombre es invitado mío”. Hizo una seña y se llevaron el pibe para el fondo. Escuché los gritos y la paliza que le daban. Eso te causa algún escozor, se te pone la piel de gallina.


-¿Es complicado manejar una investigación, no?

-Si empezás a ejercer el periodismo ahora, no es que dentro de 2 años vas a hacer una súper estrella. Es una escalera, peldaño por peldaño. Uno decide hasta donde llegar. Yo ya pasé la etapa en la cual tenía ciertas cosas que resguardar.
Un día me entero que habían venido unos iraníes a Buenos Aires. Yo había publicado un informe sobre ellos en un diario uruguayo. La INTERPOL Uruguaya le avisa a la INTERPOL Buenos Aires y me ponen custodia, a mí, a quien era mi mujer  y a mi hijo.
Yo no sabía nada, el jefe de policía que nos custodiaba fue él que me avisó que pasaba. Mi mujer decía que no podía ser que por mi laburo les pusieran una bomba a ellos. Ahí empecé a tomar recaudos de lo que publicaba. Era algo que trascendía mi posibilidad y durante un tiempo no publiqué más.
Hoy al lado mío no hay nadie que corra riesgos, entonces estoy más libre que antes. Siempre tenés que cuidar a tus seres queridos. Argentina es un país en donde la ley es muy débil, es muy difícil tomar una decisión y saber que se está resguardado.
La información mía es periodismo de investigación, está muy referido al plano local.


-¿Trabajarías en algún medio conocido como Clarín, Tiempo Argentino?

-No creo que me llamen. Uno se fija en la trayectoria del periodista, además soy un tipo muy anarquista en cuanto a tener un punto de vista propio, critico. Los medios son empresas periodísticas cuya misión es ganar dinero. En esa estructura de ganar dinero, vos podés llegar a ser un estorbo.
Después de varios años de trayectoria, no soy importante para ésos medios. Clarín es una empresa que tiende a echar a la gente mucho antes de que le llegue su jubilación. Tiene un sistema muy cruel con sus empleados. Ha pasado de que tomaron a una colega, y perdió absolutamente su postura. A mí el camaleonismo me cuesta, no me entra.


-¿Cómo ves el manejo de la información en los grandes medios?

-Los medios investigan lo que les conviene. Un ejemplo muy simple  es éste.
Matías Garfunkel es uno de los hijos de Jorge Garfunkel , y nieto de Boris Garfunkel. Fundador de la empresa BGH, una de las casas de electrodomésticos más grandes de Argentina.
Su padre muere joven y le deja dinero: mil millones de dólares (aproximadamente).
Matías decide venir a la Argentina, con mucha ingenuidad. Lo empezaron a estafar. Él tenía buena relación con Clarín. Si yo era poseedor de algún tema que a Clarín podría interesarle, hablaba con Matías, él con su abogado y éste con el dueño de Clarín.
Matías compra el 50% del paquete accionario, de todos los diarios del gobierno, tiempo Argentino, Miradas al sur. Paga 12 millones y medio de dólares, un vuelto para él. Y en ese momento se hace enemigo de Clarín.
Éste diario, saca una nota poniéndolo como enemigo, lo escrachó como si fuese un contrabandista de cuadros, y demás cosas. Así funciona la no ética de los medios.


-¿Hasta dónde llega la responsabilidad social del periodista cuando la veracidad de la información se ve interrumpida?

-Te contesto con un ejemplo. Casi en el final del alfonsinismo, dos periodistas, Morales Solá y yo, recibimos una información sobre una interferencia que había  hecho el canciller argentino, para ayudar a voltear a la dictadura paraguaya.
Si esa nota tomaba estado público, hubiera sido un conflicto diplomático de argentina con un país vecino, que estaba en dictadura. Se podía desatar un conflicto armado.
Morales Solá dijo algo muy parecido a mí, decidió no publicar esa información porque antes de lo que es tu compromiso de informar, el tema mayor era generar un gran conflicto.
Uno analiza que ganancia y pérdida te da.
Otra cosa dando vueltas, de menor envergadura, es que hace muchos años conocí el rostro de un personaje muy nefasto, que se infiltraba en los narcotraficantes y después los entregaba.
Tuve una charla con él y un funcionario anti droga me dijo que ni se me ocurriera publicarlo, porque me iba a matar. ¿Qué gano y qué pierdo? ¿Para qué publicar algo si pongo en riesgo mi vida? Se juega al límite siempre. Un periodista vale vivo, no muerto. Lo que sí, me va jugarme cuando me parece necesario.
Otra cosa, seguro te enseñaron que para publicar algo necesitas mínimo tres fuentes. Eso ya pasó de moda, si estás en el medio del campo y ves un ovni, es imposible tener tres fuentes. Después de mucho tiempo, sabés que hay gente (fuentes) que no te mienten. 


-¿Qué pensás con respecto a publicar algo perjudicial para alguien?

-Es cómo la prostitución, si nadie te obliga… Uno hace lo que quiere siempre y cuando no joda al otro. Tengo como lema de cabecera un precepto de Buda: lo que vos hagas no tiene que dañar ni a los seres quietos ni a los móviles. Mientras no perjudique a alguien o a algo, está bien, el resto queda en una concepción particular de cada uno. Los agnósticos viven de acuerdo a sus creencias, igual que los católicos u otras religiones. Si hacés un informe desenmascarando a un hijo de puta, es tu trabajo, y si está bien hecho, mejor.


-Yendo a la política, ¿multar a las consultoras qué miden la inflación, no es una forma de censura?

-Esa es otra pelotudez que hace éste gobierno. Es una tontería que forma parte del reino del revés. Hay cuestiones que son discutibles, que uno puede consensuar o no: el tema de que no haya monopolio en el negocio del cable. Y hay otras que entran en el terreno de la imbecilidad. Multar a un consultor porque me dice que la lechuga aumentó el 20%, y el gobierno dice que no aumentó nada... Hay ciertos márgenes de estupidez que ya se pasaron.


-De los bloqueos a Clarín, ¿qué opinión te merece?

-Lo que tiene este gobierno es una facilidad para interpretar lo que ocurre de acuerdo a su versión. Para Clarín no es un negocio victimizarse y no sacar los diarios, porque pierde plata. Lo que veo es la facilidad del gobierno para alimentar versiones que son para su propia gente. Qué hay que decir y que no sobre tal tema. Como dije antes, hay temas que pueden ser motivo de discusión y hay otros que entran en la imbecilidad total. El tema de que Clarín podría haber sacado los diarios. ¿Cómo hacía? ¿Uno por uno por la ventana? Es muy absurdo lo que dijo el gobierno. Lo mejor que podes hacer es tomarte un mate con bizcochos y dejarlo pasar.
Pasa como en la época de Hittler, cuando era canciller y empezaba a asomar como una bestia que en cualquier momento se levantaba. En ése momento los intelectuales de Alemania discutían cual era el sexo de los ángeles. Cuando crece un monstruo, y hablan de esas pelotudeces… Creo que merece un poco de consideración. La Argentina está similar, un grupo de intelectuales kirchneristas, por una cantidad de dinero, intentan imponer ciertas interpretaciones tan ridículas que ni siquiera vale tener en cuenta. Se gasta energías que uno la puede emplear de otra forma y con más beneficios.
tener en cuenta. Se gasta energías que uno la puede emplear de otra forma y con más beneficios.
aya monopolio en el negocio del cable. Y hay otras que entran en el terreno de la imbecilidad. Multar a un consultor porque me dice que la lechuga aumentó el 20%, y el gobierno dice que no aumentó nada... Hay ciertos márgenes de estupidez que ya se pasaron.



Lara Osolinski.

No hay comentarios:

Publicar un comentario