Necesitó unos largos minutos para calmar la ansiedad y disminuir la adrenalina que recorría su cuerpo, su cabeza y el latido de su corazón. Antes de empezar a descomprimir el alma en la hoja, contó hasta 20 para poder hacerlo.
Una vez que se decidía a dejarlo descansar en sus pensamientos, sin querer aparecía una vez más, producto del azar, del destino, de la vida o cómo fuese.
Esa noche no estaba en sus planes escribir, de hecho tampoco tenía motivos específicos (salvo los de siempre, Él.)
Se recostó en su cama lista para dormir, se estiró un poco, tomó el control remoto y encendió la televisión. Sintió que conocía esa música. Estaba sonando ese tema. “Su tema”. El tema que en cierto modo los había unido aquella noche en el boliche. El tema culpable del apodo que él le había puesto a ella. El tema culpable de que cada vez que lo escuchaban, estuviesen donde estuviesen, tenían que mandarse un mensaje. Era inevitable no sentirse conectados.
Ella no podía borrar esa sonrisa tonta de su cara cada vez que recordaba esa noche. La cara de él al tenerla pegada sólo a unos centímetros de diferencia. Las ganas de ella de devorarlo de un solo mordisco… Y todo se remontaba a haber encendido la tv y haber escuchado ese tema musical.
Indignada porque el destino no le daba tregua, le envió un mensaje. Para su sorpresa y la de él, él estaba escuchando otro tema que lo había conectado directamente con ella. Era su banda preferida, y él lo sabía.
Solía ser así, otra vez conectados por algún tipo de extraña casualidad, a la distancia pero siempre presentes en la cabeza del otro. Estaban hechos como decía él.
A veces se preguntaba si él pensaría en ella, como ella en él. Para ser sinceros no creo. Su mente ya había sobrepasado los niveles normales de pensar en alguien. Era casi imposible no verlo en todos lados bajo cualquier circunstancia.
Debe estar agotado de pasearse todo el tiempo en su cabeza. “Yendo de la cama al living” decía un tema, pero él iba de su cabeza al corazón, y viceversa.
En fin, que conste en éste escrito que el destino y la vida pueden ser muy crueles. Les encanta jugar con el amor, y el pobre mucho no entiende. Vive peleándose con la razón.
Pero lo que ninguno sabe, es que ella ya había ganado…
Una vez que se decidía a dejarlo descansar en sus pensamientos, sin querer aparecía una vez más, producto del azar, del destino, de la vida o cómo fuese.
Esa noche no estaba en sus planes escribir, de hecho tampoco tenía motivos específicos (salvo los de siempre, Él.)
Se recostó en su cama lista para dormir, se estiró un poco, tomó el control remoto y encendió la televisión. Sintió que conocía esa música. Estaba sonando ese tema. “Su tema”. El tema que en cierto modo los había unido aquella noche en el boliche. El tema culpable del apodo que él le había puesto a ella. El tema culpable de que cada vez que lo escuchaban, estuviesen donde estuviesen, tenían que mandarse un mensaje. Era inevitable no sentirse conectados.
Ella no podía borrar esa sonrisa tonta de su cara cada vez que recordaba esa noche. La cara de él al tenerla pegada sólo a unos centímetros de diferencia. Las ganas de ella de devorarlo de un solo mordisco… Y todo se remontaba a haber encendido la tv y haber escuchado ese tema musical.
Indignada porque el destino no le daba tregua, le envió un mensaje. Para su sorpresa y la de él, él estaba escuchando otro tema que lo había conectado directamente con ella. Era su banda preferida, y él lo sabía.
Solía ser así, otra vez conectados por algún tipo de extraña casualidad, a la distancia pero siempre presentes en la cabeza del otro. Estaban hechos como decía él.
A veces se preguntaba si él pensaría en ella, como ella en él. Para ser sinceros no creo. Su mente ya había sobrepasado los niveles normales de pensar en alguien. Era casi imposible no verlo en todos lados bajo cualquier circunstancia.
Debe estar agotado de pasearse todo el tiempo en su cabeza. “Yendo de la cama al living” decía un tema, pero él iba de su cabeza al corazón, y viceversa.
En fin, que conste en éste escrito que el destino y la vida pueden ser muy crueles. Les encanta jugar con el amor, y el pobre mucho no entiende. Vive peleándose con la razón.
Pero lo que ninguno sabe, es que ella ya había ganado…
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