martes, 2 de julio de 2013

Tiempo fuera

Escasos son los momentos que últimamente tengo para mi soledad y yo. Son necesarios para bajar a tierra, conectarme con el mundo exterior pero a la vez encerrarme en el mío.
Me gusta mi cuaderno (aunque tengo mejores) y estoy conforme con el trazo de la lapicera; si bien tipeo estos escritos luego, me gusta sentir correr bajo la yema de mis dedos la tinta.
No fue un día positivo, aunque siempre algo se rescata. Esta vez, como casi siempre en el último tiempo, sos vos. Ya quedó claro que nuestros planetas y su alineación funcionan en simultáneo. Paciencia.
-“Marche una orden de mal humor para dos, agreguen un poco de frustración extra, gracias!”
Pese al mal trago de ambos, de una forma u otra nos las ingeniamos para dejar de lado el resto y centrarnos en nosotros. El mejor remedio sin dudas es saber y ser bien concientes de lo que se está gestando en ésta relación. Comprensión.
Se dicen tantas cosas de nosotros: nos odian, envidian, se burlan… ¿Y? Sólo alimentan las ganas de ser felices. Felicidad.
¿Se puede serlo más? Personalmente, sólo creo que el tiempo va a perdurar eterno entre él y yo, y más feliz que saber que es el hombre de mi vida… Tiempo.
Es perfecto, ¿quién dijo que un hombre así no existe? Encontré mi otra mitad. Hoy realmente lo siento así, tan mío. Tengo, tal vez, incertidumbres sobre lo que viene, pero es común; los miedos van desapareciendo porque me voy dando cuenta que no soltó mi mano, inclusive la agarró más fuerte. Seguridad. 
Por las noches me hundo en pensamientos positivos y me lleno de ansiedad por tenerlo conmigo. Antes de cortar la comunicación me siento tan llena de dopamina y oxitocina que me siento en el aire (a esa sensación se deben referir cuando hablan de amor).
AMOR, suyo y mío. Nadie más.



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